sábado, 11 de agosto de 2007

Un poquito de mi








Mucho que desear




Escrito en tiempo inmemoriales.

ASCENSO

Entonces Regina miró hacia la puerta de entrada, ahí donde estaban esos dos fornidos guardias de negro. Se bajó el blazer con las dos manos, respiró profundo, y sin mover la vista de su objetivo, se decidió a entrar. Ellos la miraron de reojo. Estiró la mano temblorosa con la invitación, nerviosa ante la inquisitiva mirada que sentía sobre sí.

- No puedes entrar- escuchó.
A Regina, la noticia le cayó como un balde de agua fría. Se había arreglado para la ocasión, e incluso pidió un adelanto de sueldo para comprarse unos lindos zapatos, movida por el desconcierto preguntó - ¿Porqué? - y espero con los ojos bien abiertos, la respuesta que tardó treinta segundos
- Porque no cumple con la vestimenta requerida-
- ¿Cómo? ¡ Ahí dice clarito tenida formal!-
- Se nota que no leyó la letra chica, señorita... Regina-
- ¿Qué letra chica?-
- Mire aquí dice, “ para todas las damas se exigirá, pantalón ajustado a las caderas o en su defecto una falda que no llegue más abajo que cuatro dedos sobre la rodilla” y como veo usted usa una falda que le llega, lamentablemente a la rodilla... –
- ¡OH, Dios!, tiene que haber sido muy chica esa letra... de verdad, no la vi... -
Silencio( de cuarenta segundos).
- Lo siento señorita, no la podemos dejar entrar-.
Regina, con la vista gacha y la moral por el suelo, se miró los zapatos relucientes. Después de pensarlo mucho, fue hasta el supermercado de la esquina, compró una tijera y cortó con sumo cuidado su falda, cinco dedos exactos arriba de la rodilla. Volvió campante a la puerta, y entregó la invitación con plena confianza. Lucía una sonrisa despampanante. El guardia se dirigió a ella mirándola muy serio.
- por casualidad, ¿Está usted postulando a algún cargo en la empresa?-
- ehm... ¿qué importancia tiene esta pregunta?, por favor, ¡no quiero llegar tarde a la cena!- vociferó un tanto alterada.
- Tiene importancia, verá usted. Aquí en la letra un poco más chica dice “ Si la mujer estuviese postulando a un ascenso o cargo dentro de la empresa debe presentarse con escote o en su defecto a hombros descubiertos” Si se niega a decirme buscaré su nombre en la lista. Hágame más fácil la vida y responda.-
-Si, postulo a un ascenso- musitó sumamente consternada.-
-Bueno, entonces, ya conoce la respuesta.-
Regina estaba enajenada. Con las mismas tijeras cortó la hermosa blusa que la misma tarde había comprado. Se presentó en la puerta enfurecida, y casi esperando otra negativa.
- Pase señorita- enunció el guardia número dos, con una sonrisa casi irónica- pero, debe entrar sonriendo, así enojada como está, no la puedo dejar pasar-.
Entonces Regina sonrió, y pasó hacia el salón. Observó la gran mesa llena de exquisitos platos y exuberantes postres. Pero una atmósfera extraña envolvía todo eso.
El presidente de la empresa habló por veinte minutos. Luego les pidió a las damas que se quedaran de pie, mientras los hombres disfrutaban del banquete. Regina estaba muy decepcionada. El banquete estaba siendo devorado por todos los socios de la empresa, gordos rebosantes que reían y comentaban mirando a las mujeres esperar, estupefactas. Luego que hubieron arrasado con la cena, se les pidió que se sentaran en las piernas de sus respectivos jefes. Regina accedió, un tanto atónita- debe ser para estrechar relaciones-, pensó. De todas formas estaba ansiosa por participar en la vida social de los jefes. Ella se sentó en la pierna izquierda y su compañera Alicia en la derecha. Conversaron largamente, soportando un hedor extraño que expelía el cuerpo obeso de su jefe, y su aliento pestilente. Después de hablar un rato sobre sus vidas, Don Máximo pidió a Lisa que fuera por tres copas de champagne para celebrar el encuentro. Después que hubieron bebido las invitó a conocer los cuartos de la gigantesca mansión. Regina sintió que algo andaba mal. Pensó que todo andaba mal. Se negó ante las palmadas en el trasero de Don Máximo, y el no se esforzaba en ocultar su cólera.
- ¡Seguridad ¡- gritó- ¡ Expulsen a esta loca!-
Casi como si hubieran estado esperando, vinieron los guardias con una rapidez casi inexplicable y se la llevaron en andas, fuera del salón. Y mientras se alejaba, oía la risa de Alicia a lo lejos.
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El lunes llegó a su trabajo y Don Máximo la llamó a su oficina. La trató amablemente, y le dijo que aun podía reivindicarse, después del escándalo de la cena. Regina, un tanto recelosa, preguntó qué tenía que hacer. El jefe, sonrió.
-Con que me acompañes durante la hora de almuerzo a casa bastaría, aunque si quieres, lo arreglamos qui mismo en la oficina-.
Regina lloró.
- ¿Acaso no trabajo bien, acaso no cumplo con mis horarios?- preguntó sollozando.
- De verdad, eso me importa un pepino. Si te contraté fue para otra cosa y no me estás cumpliendo. Con esta escenita, te comunico, que el puesto se lo ha ganado Lisa-
- ¿Qué? ¿Cómo que se lo ha ganado? Ni siquiera ha llegado a la oficina-
-Ya sabes que no me interesa. No les pago para que venga a "trabajar"-
- ¡Usted es un hijo de puta!- gritó Regina.
Don Máximo la miró de pies a cabeza, con extrema calma.
- Estás despedida-
- ¿bajo cuál motivo?-
- ¡Ya lo verás!-. Ahora vete a recoger tus cosas.
Regina recogió sus cosas. Camino a su casa y en el metro leyó la carta de despido.“...Regina es una mujer con muchas capacidades que lamentablemente no ejerce. No cumple con los horarios de trabajo, con la vestimenta formal requerida y menos con los plazos para la entrega de proyectos. En cuanto a la relación con sus compañeros actúa frecuentemente de forma descortés con los varones. Otra conducta irremediablemente desagradable y que jamás olvidaría mencionar es que cada semana aumenta una talla. El objeto menos estético de la oficina, simplemente una ofensa a su género. Por otra parte está acusada de diseminar ideas feministas entre sus compañeras y ser una lesbiana degenerada que sometía constantemente sus pares a situaciones que preferiría no detallar por sincero pudor...”La carta culmina así “ la partida de Regina significa un gran alivio para la empresa y sus trabajadores, ya que siempre hemos deseado que el perfil de nuestros empleados sea de sumisión, eficiencia y por sobre todo rectitud moral. Claramente esta última cualidad jamás se dio en esta insoportable mujer( con mucho respeto hacia las verdaderas damas). Por otra parte, exigía el mismo sueldo de sus compañeros varones. Realmente una mujer que deja mucho que desear.”

Las Crofianas Tibetanas Y el Sufrir Bomblerino


Este poema trata de la historia oculta de nuestro pueblo. Un Tesoro, Los Dominados y Los Dominantes.

Las crofianas tibetanas
recrañían sus popinas
con un hala presina
y una rala logortina
gritando socrinas coprofianas.

Llepizcaban a sus bomblerinos
huapalayos de veyas soprotinas
guacalecando sus torpullos catrinos
simbokinos del chamino aguino
soprofiemfo interesadamente
la rala logortina
que salvaría
a su cresitente ascorina.

Las crofianas tibetanas crepian
hasta que les propía la afata
sin tolerar la propuchente
caosintemon de los bomblerinos
y su griseada cresitente ascorina.

Lastados los bomblerinos
de res llepizcados
rutrapteron la hala presina
senpando era la rala logortina
y las crofianas tibetanas
se tullaron, y amalizaron
trascando la hala prestina.
Forever.